Jose Gautier Benitez
Cuando no reste ya ni un solo grano
de mi existencia en el reloj de arena,
al conducir mi gélido cadáver,
no olvidéis esta súplica postrera:
No lo encerréis en los angostos nichos
que llenan la pared formando hileras,
que en la lóbrega, angosta galería
jamás el sol de mi país penetra.
El campo recorred del cementerio,
y en el suelo cavad mi pobre huesa;
que el sol la alumbre y la acaricie el aura,
y que broten allí flores y hierbas.
Que yo pueda sentir, si allí se siente,
a mi alrededor y sobre mí, muy cerca,
el vivo rayo de mi sol de fuego
y esta adorada borinqueña tierra.
martes, 16 de diciembre de 2008
AMIGO
Soneto de Fray Alejandro R.
Hoy le canto a Dios agradecido
porque alumbró el camino de mi vida
con su presencia cálida y querida
en el amor cercano de un amigo.
Bálsamo de sentirme comprendido
confidencia de ilusiones y secretos
una ayuda fiel en los aprietos
y el abrigo cándido y sentido.
La palabra justa y anhelada
si dudaba en los cruces de caminos
o como peregrino me cansaba...
La mano que, tendida, me apretaba
compartiendo esperanzas y destino
y en el peregrinar me acompañaba.
Hoy le canto a Dios agradecido
porque alumbró el camino de mi vida
con su presencia cálida y querida
en el amor cercano de un amigo.
Bálsamo de sentirme comprendido
confidencia de ilusiones y secretos
una ayuda fiel en los aprietos
y el abrigo cándido y sentido.
La palabra justa y anhelada
si dudaba en los cruces de caminos
o como peregrino me cansaba...
La mano que, tendida, me apretaba
compartiendo esperanzas y destino
y en el peregrinar me acompañaba.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)